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El presidente Mauricio Macri volvió a ser viral esta semana por una polémica frase en la que comparó la entrega de computadoras en escuelas que no tenían conexión a internet con regalar asado a quien no tiene parrilla. El sociólogo e investigador del Conicet, Nicolás Welshinger, estudió en su tesis doctoral en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) los alcances del Programa Conectar Igualdad (PCI), y una nota con explicó las diferencias entre implementar políticas universalistas tendientes a achicar las desigualdades, y políticas focalizadas que fomentan la meritocracia.
El autor junto a Pablo Semán de la nota "Ni netbooks, ni asado ni nada", aseguró que lo "preocupante" de la expresión del presidente es que "articula un discurso de odio a los sectores populares y a los pobres" y a la educación pública. "La lógica que propone el presidente implicaría tomar a lo público en general como demagogia populista irresponsable", enfatizó.
Welshinger investigó además el sistema educativo de Finlandia, que es usado como ejemplo a seguir por el actual gobierno al tiempo que ejecuta políticas opuestas a las de ese país. "Lo que se necesita, que es instaurar ya políticas educativas que ataquen la desigualdad en general va a implicar participar en el futuro inmediato del debate público para poder contraponer, contra argumentar y proponer políticas desde una lógica de derechos, de políticas universalistas, que son las que mejor funcionan para atacar la desigualdad", afirmó.
¿En qué consistió el Programa Conectar Igualdad (PCI), que lanzó el gobierno de Cristina Fernández en abril de 2010 y planteó la distribución de más de 6 millones de netbooks a alumnos y docentes de escuelas públicas?
-El PCI se anunció en 2010 como un programa de alfabetización e inclusión digital con el objetivo de llegar a todas las escuelas públicas del país entregando en comodato una computadora personal a cada uno de los estudiantes y docentes de las escuelas y de los institutos de formación docente. Si cuando los estudiantes terminaban no adeudaban materias, las computadoras pasaban de comodato a ser de su propiedad. También como un modo de promover la terminalidad de la secundaria. El anuncio se hizo apuntando a combatir la brecha digital, pensada como una brecha de acceso a la propiedad de la tecnología. Por otro lado, el programa tenía un segundo objetivo vinculado a repensar el vínculo pedagógico, con la idea de modelo 1 a 1 –una computadora, un estudiante-, al que podríamos sintetizar como "cerrar la brecha cultural". Este objetivo viene de un diagnóstico que se hizo luego de los años 90, en el que coincidieron expertos pedagogos y expertos tecnológicos, acerca de que la escuela estaba sufriendo una crisis muy fuerte en la capacidad de interpelar a sus estudiantes y a sus docentes. En los 90, producto de la fragmentación del sistema escolar, empezó a quedar muy delimitado que hay escuelas para pobres, escuelas para clases medias y escuelas para ricos. La idea de devolverle a la escuela el poder de interpelación para este diagnóstico común de los expertos estaba ligada a que ahora pueda incluir algo del lenguaje de las nuevas juventudes. Los estudiantes empezaron a ser conceptualizados como "nativos digitales" y por lo tanto la escuela tendría que pasar a hablar el lenguaje de lo digital para interpelarlos a ellos y a los docentes. Esto dentro de un diagnóstico de que la sociedad en general transita hacia una sociedad del conocimiento, algo que luego se profundizó en los años siguientes, sobre todo en los últimos cinco años. Con este mismo diagnóstico Macri implementó el Plan Sarmiento en Buenos Aires y tenía como faro el plan Ceibal de Uruguay.
- ¿Cuáles fueron los principales efectos de la incorporación del PCI?
-Si uno lo mira desde los objetivos formales que se habían propuesto, el PCI cumplió el objetivo de cerrar la brecha digital. Y en cuanto al ambicioso objetivo de refundar el vínculo pedagógico, digamos que tiene muchos claroscuros en cuanto a lo que ha transformado en los saberes, las formas de organización del aula, el rol docente. Hay una gran controversia en cuanto a la capacidad de la escuela de incorporar los saberes digitales, algo que también era muy ambicioso pensar que se iba a resolver en cuatro o cinco años. Ese proceso, que aún se sigue desarrollando en la educación argentina, lo comenzó a nivel nacional el PCI. Con las políticas públicas pasa que las personas siempre hacen cosas que no estaban previstas en los objetivos formales. Por el lado de lo que surgió inesperado, que es lo que en particular me interesó mirar en la investigación, el PCI potenció mucho la inclusión a la escuela de lo que estaban haciendo efectivamente las juventudes contemporáneas con los saberes en torno a lo digital, fue un puente con una sociabilidad juvenil que pone en el centro las acciones y el ritmo de los nuevos medios y también a una transformación en las jerarquías del saber que está por fuera del monopolio escolar e incluso diría de las familias. Eso produjo la desnaturalización de muchas fronteras entre qué está bien saber y qué no saber, se permitió rediscutir el rol del docente y generó muchos conflictos que fueron positivos para desnaturalizar lugares afianzados de la educación que vienen de estructuras anteriores y que el PCI permitió actualizar y en muchos casos mejorar. Para un poco más de un tercio del total de los estudiantes de las escuelas donde investigué las netbooks fueron su primera computadora en el hogar. Fue en ese grupo que estas tuvieron mayor incidencia. Tanto en las familias como en las escuelas la inclusión digital significó la aparición de más conflictividades porque redujo desigualdades y desnaturalizó autoridades anteriores.
-El gobierno de Macri anunció por decreto el reemplazo del PCI por el Plan Aprender Conectados, que ya no entrega netbooks porque considera la brecha digital "saldada" ¿En qué consiste este plan?
-El plan Aprender Conectados viene a ser el relevo del PCI. Ya en el nombre se elimina la idea de igualdad y se sostiene la de conectados. De alguna manera, la metáfora que estaba en el nombre del PCI ligaba una palabra política -igualdad- con una técnica –conectar- y apuntaba a crear un nuevo sentido. Esto de vincular brecha digital y brecha cultural. Aprender Conectados se centra más en la cuestión de la enseñanza digital, la enseñanza de la robótica, y deja de lado la parte pedagógica y la dimensión inclusiva. Además, como da por saldada la brecha digital, usando los números del muy cuestionado Operativo Aprender, entiende que ya tampoco tiene que entregar dispositivos acordes, sino que cada estudiante y docente ya cuenta con ellos, en referencia a los celulares. Además, suman la posibilidad, con un programa que se llama "Trae tu propio dispositivo" -que lo toman literal de los programas “bring your own device” de Europa y Estados Unidos-, de que quien tiene el dispositivo acorde para programar y diseñar en su casa lo lleve a la escuela, y ahí entran todas las desigualdades del mercado ¿Si varios no tienen esa posibilidad? Se quedan rezagados. Se pasa de un modo brutal de una política universalista a una política focalizada. Aprender Conectados prometía entregar celulares en aquellas escuelas que tuvieron los peores resultados en las Pruebas Aprender en torno a la alfabetización digital. Lo cual a priori como focalización de la política no estaría mal, pero eso ni siquiera después se tradujo en términos formales. Cuando hace un mes se conoció el decreto de implementación del programa "Escuelas de innovación", se supo que solamente implica 50 escuelas de todo el país, que fueron seleccionadas donde se consideraba como antecedente haber trabajado con Tics, o sea que se les otorgó a aquellas que ya corrían con ventaja. Además de eso, ahora se redujo a sólo 14 escuelas secundarias. Se pasa de una política que tendía a abarcar al universo total de las escuelas, a una que se delimita a 14 en el nivel secundario. No se puede llamar a eso ni siquiera un programa piloto.
- ¿Cuál es la diferencia entre plantear un programa como política de inclusión y como premio al esfuerzo o al mérito?
-Hay una concepción de la inclusión que en los últimos años kirchneristas se tensionó mucho con la idea de calidad educativa. Ahí se estaba produciendo algo muy interesante en términos de debate, en cómo esas dos miradas confluían y estaban generando autocrítica y la posibilidad de revisar qué era lo que estaba sucediendo a medida que el proceso de ampliación y de inclusión educativa introducía, junto con una población nueva para la escuela, nuevas demandas, la necesidad de cambiar los formatos pedagógicos y de incluir otras miradas, sin por eso renunciar a la idea de lograr calidad educativa. Cuando ese escenario se estaba configurando, se da el cambio de gobierno, y ahí es donde el giro de la orientación política que toma Macri se ve en todas las políticas educativas: pretende poner el foco en la idea de calidad resignando la inclusión y resalta a la educación en su parte más disciplinaria, ligándola a la idea de meritocracia. Ahí hay una rejerarquización de estos criterios elitistas que se venían revisando y un retroceso hacia criterios ya establecidos de una escuela normativa, de educación en su concepción más rígida, más si se quiere, sarmientina. Retoma la tradición del mérito, del esfuerzo, que mide los resultados en términos individuales y no a la educación en términos de derecho. Atenta contra la lógica de que el mejor resultado se produce cuando se atacan las desigualdades y que el éxito educativo individual se logra sólo cuando la media eleva en su conjunto el nivel.
- ¿Cuál es el sentido de la frase de Macri sobre que "no sirve repartir computadoras sin tener conexión a internet, es como darle asado a quien no tiene parrilla"?
-Creo que el sentido que tiene es en el fondo una crítica muy fuerte a la existencia de los bienes públicos que no estén regidos por la lógica del mercado, y es un ataque, llevado al límite del razonamiento, a la idea misma de la educación pública. Muestra de alguna manera una concepción sobre los sectores medios y los sectores populares que los reduce a cierto tipo de necesidades elementales en los cuales, en este caso las nuevas tecnologías y la alfabetización digital, estarían fuera de este alcance. Lo preocupante de esa expresión es que se anuncie desde la cúspide de la autoridad presidencial articulando un discurso de odio a la sociedad y en particular a los pobres, que también se ve en el discurso de María Eugenia Vidal cuando dice “sabemos que ningún pobre llega a la universidad”. A mí me gusta decir que las netbook del PCI, en la narrativa de clase que toma y radicaliza el presidente, serían el nuevo parquet. Pero, como decimos con Pablo Semán (en el artículo citado), hoy es absurdo pensar a la alfabetización digital como un plus educativo, como un lujo, como algo que está más allá de lo que la enseñanza debe incluir. Se debe considerar como algo básico del nivel base de escolaridad. La alfabetización digital crítica en el siglo XXI es tan importante como lo eran para el siglo XIX la tiza y el pizarrón para enseñar la lectocomprensión básica.
-¿Cómo pasa el gobierno de Macri de prometernos ingresar al "primer mundo" a este desmantelamiento de las herramientas que existían?
-Cuando Macri comienza su gobierno, Cambiemos se propone como el mejor intérprete de la transformación profunda que va a llevar a la sociedad a una nueva economía del conocimiento. Luego hay un giro y hay que comprender qué implicancias tiene ese giro. Pasa de de asociarse a la idea de nuevas tecnologías, de progreso, al modelo de la sociedad del conocimiento, a prometer más presupuesto para ciencia y técnica, a terminar comparando entregar computadoras con repartir asado. Como decimos con Semán, llevado hasta las últimas consecuencias, la lógica que propone el presidente implicaría tomar a lo público en general como demagogia populista irresponsable. Ahí hay una lógica de odio a los pobres que no merecen ni siquiera lo público, nada que esté por fuera de la lógica de asignación del mercado. Creo que en este momento se dan este tipo de expresiones más explícitamente que antes. Se ve qué ante su proceso de descomposición, el gobierno se recuesta en su núcleo más duro con quien comparte esa sensibilidad social sobre el lugar de los sectores populares y la despreocupación por lo público. Lo complejo es que no lo están haciendo deliberadamente, sino que también es producto del descalabro que tienen producto de la incapacidad de gobernar los resultados de su política económica y de la crisis social que han creado.
-Estuvo en Finlandia estudiando el sistema educativo de ese país, que está calificado como uno de los mejores del mundo y es visto como ejemplo por los políticos argentinos. ¿Cuáles son los pilares del sistema educativo finlandés?
-Finlandia es uno de los sistemas educativos de referencia internacional indiscutido porque es uno de los sistemas más igualitarios y de calidad educativa del mundo. Generalmente está en el top de las pruebas PISA, está muy bien en todos los rankings internacionales. Finlandia hasta los años 70 tenía un sistema educativo muy desigual, muy elitista. Para salir de ese sistema implementaron políticas que fueron directamente a eliminar la fragmentación del sistema educativo, de los circuitos de escolarización diferenciados. Podría decir que hay tres políticas educativas que les permitieron a los finlandeses cambiar para mejor su sistema educativo. El primero y más importante es la inversión pública, en torno al 7 por ciento del PBI, sostenida durante 40 años ininterrumpidamente. La segunda es regular la existencia de las escuelas privadas por la lógica de lo público. Esto hace que todas las escuelas tengan la misma calidad, los mismos recursos, y que todas sean vistas de la misma manera. No hay escuelas para ricos y para pobres. La tercera es la alta profesionalización de la docencia, que tiene que ver con un sistema de capacitación permanente en el cual se invierten muchos recursos, y con una sindicalización muy alta: el 96 por ciento de los docenes están sindicalizados.
-El gobierno de Macri promueve desde lo enunciativo ese sistema, pero en la práctica toma medidas opuestas.
-Creo que cuando Cambiemos invoca el modelo finlandés está haciendo dos cosas: está buscando ejemplos afuera y con eso construye una retórica de futuro, de cambio y transformación que le permite no tener que contrastar con las realidades locales, con experiencias modelos a nacional, que hay muchas y muy interesantes. Eso lo hacen porque así creen que se evitan contestar a las críticas. Por otro lado, como ellos a las políticas educativas las han orientado a la idea de meritocracia y calidad entendida en términos individuales, les ha implicado desarmar, desfinanciar y sub-ejecutar todos los presupuestos de áreas y programas socioeducativos que venían de años anteriores. Por lo tanto, han hecho a su gestión muy ineficiente. Uno de los rasgos principales de la gestión educativa de Cambiemos es la sub-ejecución presupuestaria. No es que no están los recursos asignados, es que no los usan porque su concepción de cómo deben ser usados esos recursos los lleva primero a desmantelar las áreas en las cuales estaban estructuradas en torno a una lógica de derecho. Y al mismo tiempo promovieron el ingreso de jugadores privados y así buscaron lograr la desregulación laboral y la tercerización. Hay un sesgo ideológico fuerte que tiene un punto ciego muy importante que también lleva a la ineficacia en la gestión Cambiemos.
-¿La construcción de los docentes como enemigos públicos entraría en esa línea?
-Totalmente. En la contradicción en este hacer en la práctica todo lo contrario a lo que se enuncia, el punto de tomar a los docentes como enemigos públicos es central. No es precisamente lo que hicieron en Finlandia... La escuela es la institución de la democracia argentina más sobreexigida de todas. Se le pide que dé de comer, que eduque, que alfabetice digitalmente. Se le pide todo y no se le dan los recursos necesarios para ello, ni los económicos, ni los simbólicos. Los docentes son de los trabajadores públicamente más sobredemandados, sobreexigidos y menos reconocidos. En Finlandia una de las cosas que funcionó en la profesionalización de la docencia, es el reconocimiento de la profesión en el sentido de darle una legitimidad y un status social a la docencia como profesión a la par de cualquiera de las profesiones liberales clásicas, que claro luego se traduce en pagar salarios acordes. Que el macrismo haya tomado a los docentes como enemigo público y los haya atacado no le implicaba ningún recurso material sino un recurso simbólico. A modo de ejemplo, la idea de instaurar la línea del 0800 para que voluntarios se propusieran para dar clases en la huelga docente, legalmente es imposible de implementar y por lo tanto no prosperó, pero en lo simbólico lo socaba. Deja la idea fuerza que Vidal quería imponer: cualquiera con vocación puede enseñar, no hace falta estudiar, formarte, obtener un título habilitante, nada. Lo vuelca hacia el lado de la vocación pura y entonces es un ataque a la idea de la profesionalización de la docencia que solo agrava la crisis.
-¿Cuál es su perspectiva a futuro, en el plano educativo, teniendo en cuenta lo que va a dejar esos cuatro años de gobierno de Cambiemos?
-Creo que, en el mediano plazo, más allá de que el gobierno logre revalidar en las elecciones o si hay un cambio de gestión de gobierno, al nivel del debate público, la fuerza social y política Cambiemos deja instaladas muchas posiciones y maneras de ver la sociedad ligadas al desprecio de lo público y a una mirada miserabilista de la educación. Lo que necesitamos, que es diseñar e implementar ya mismo políticas educativas que ataquen la desigualdad educativa, nos va a implicar en el futuro inmediato intervenir con fuerza en el debate público para poder proponer y legitimar de cara a la sociedad una batería de políticas universalista, para garantizar derechos vulnerados, que son las que se ha estudiado que mejor funcionan para atacar la desigualdad.